ENTREVISTA. Padre Ángel, fundador de la ONG Mensajeros de la Paz, galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1994: 'La soledad no deseada no se combate ni con alcohol ni con dinero, se combate con compañía'.

PREGUNTA: Padre Ángel, usted lleva décadas acompañando a personas en situación de vulnerabilidad. ¿Qué le llevó a implicarse especialmente en la lucha contra la soledad no deseada? ¿Recuerda cómo fue su primer encuentro con esta realidad? ¿Hubo algún momento decisivo que le marcó?

RESPUESTA: Sobre lo que me llevó a implicarme en la soledad no deseada, cuento siempre lo mismo. Cuando comenzamos hace 60 años en Mensajeros de la Paz, el primer niño que me advirtió sobre la soledad fue uno que se llamaba Tinín, siete años, que al llegar a casa le pregunté qué era lo que más le había gustado, y me dijo: "que me haya dado un beso".

Dije: ... "hombre, a los niños se les da un beso y a las personas mayores, la mano".

Y me dijo, "es que a mí nunca nadie me dio un beso".

Venía de un hospicio de La Coruña. Pensar que un niño a los siete años se haya sentido tan solo, eso me hizo cicatriz.

Pasando el tiempo, iba viendo, sobre todo, a veces, a sacerdotes mayores en los pueblos de Asturias que estaban muy solos y a veces combatían la soledad teniendo un animal de compañía o incluso, a veces bebiendo. La soledad no se combate con alcohol ni con pastillas, la soledad se combate con compañía.

Más adelante íbamos creando hogares, íbamos creando casas de jóvenes, íbamos creando casas para mayores, lo que eran las residencias. Y también en las residencias me llevé esa gran sorpresa de la soledad, ver cómo marca mucho la soledad en las personas mayores.

Hoy sabemos que ya no son solo las personas mayores, sino que son muchos jóvenes que incluso a veces no quieren vivir y se quitan la vida. Pero las personas mayores, por decir solamente un gesto que vale para todo, es que al salir de una residencia besé a una señora en la frente, muy mayor ella, con mucha agua en los ojos, me miró con esos ojos y me dijo, padre, hace tanto tiempo que nadie me besa.

Y allí estaban sus hijos y estaba la directora de la residencia. Le pregunté a los hijos: "entonces, a vuestra madre"..., "bueno como tiene alzheimer", decían...

La soledad es una de las peores enfermedades que puede tener una persona.

Yo tuve mucho contacto y me reuní, - lo recuerdo con mucho cariño, mucha devoción - con la madre Teresa Calcuta, con la que hablaba. Y ella fue una de las primeras que decía que la soledad causa más muertes que cualquier enfermedad.

Y lo sabemos, los que tenemos los pies en la tierra, que la soledad causa muchas muertes. Hay mucha gente que no tiene ganas de vivir, hay matrimonios que cuando se le va el marido, o la esposa, o la pareja, después de veinte o treinta años, o cincuenta juntos, se quedan solos y se quieren ir.

No hablo de la soledad en general, porque siempre cuando hablamos de la soledad, es de la soledad no deseada. Cuando uno quiere acoger una soledad para reflexionar, para estar tranquilo, todo eso no se llama soledad, se llama una virtud. La soledad de la que hablamos es algo que no es virtud, que te viene porque no tienes a nadie contigo.

Y después ha llegado el Papa Francisco. Mientras la Madre Teresa Calcuta decía que la soledad es la enfermedad peor que el hombre puede tener, peor que el cáncer o cualquier cosa, llega el Papa Francisco y en su primera alocución, lo primero que nos dice es que los dos problemas mayores de la soledad son la migración y la soledad.

Después, pasando los años, dos o tres meses antes de su fallecimiento, tuve la ocasión de estar una hora y pico con él.

Esa hora y pico que estábamos solos, hablábamos los dos de nuestras abuelas y hablábamos de la soledad. Y me entregó un libro que escribió él durante la pandemia, que dice que no estamos solos, o estamos solos siempre. Y yo le dije a él que no estaba solo.

Y me dijo, Ángel, no te confundas, tú y yo sentimos mucho la soledad.

Al Papa Juan Pablo II, cuando creamos el teléfono dorado en Roma, le fuimos a entregar el teléfono y cuando lo entregué me preguntó para qué era. Y le dije, hombre, pues para cuando uno está solo, que lo pueda llamar.

Y me miró a los ojos y me dijo, ¿tú sabes que los papas y los jefes de Estado estamos solos muchas veces? Y después lo confirmó Felipe González, el presidente. Hay ahora un cortometraje por ahí de Netflix, La Última Llamada, en donde hablan los cuatro expresidentes. Uno de los que habla mucho sobre la soledad es Felipe González.

PREGUNTA: El Teléfono Dorado existe desde 1995 y ha atendido millones de llamadas. ¿Qué tipo de perfil tienen las personas que llaman y cómo ha cambiado ese perfil con el paso de los años?

RESPUESTA: En principio lo pusimos en marcha para aliviar la soledad de las personas mayores. Lleva ya muchos años el teléfono dorado funcionando, con más de siete millones de llamadas. Y todas las llamadas, al principio no son siempre llamadas graves o heroicas, o que se quieren quitar la vida, o que quieren una pensión. Las llamadas que hace la gente es, que quieren hablar, que quieren contar su historia, sus batallitas. El teléfono dorado ha hecho una función, y sigue haciendo una función especial.

PREGUNTA: ¿Qué significado tiene para usted impulsar un Día Internacional contra la soledad no deseada? ¿Por qué considera importante dedicarle una jornada global?

RESPUESTA: Igual que hay el Día del Amor, de San Valentín, o el Día de la Madre, el Día del Padre, porque no iba a existir el Día de los Abuelos. Hoy ya casi, en muchos países, se está celebrando el día de los abuelos, para mostrarles y darles gracias por el cariño y por la asistencia que tenemos. Y de ahí que hemos intentado, estamos con la iniciativa de crear también el Día Internacional de la Soledad No Deseada.

Existen Días Internacionales de todo, del Silencio, de la comida, de los animales, de la cultura, porque no ha de existir un día contra la soledad. ¿Por qué? Porque lo que queremos con ello es, igual que hemos hecho con el Día de los Abuelos, con el Día de la Soledad lo que queremos es concienciar a la gente que la soledad tiene arreglo.

La soledad se puede curar, sobre todo con compañía, con amor y con cariño. La soledad no se cura con pastillas ni con alcohol. De ahí que al ver que en el calendario, el día 16 de diciembre, estaba un poco libre, le pedimos a la ONU que dedicara ese Día Internacional a la Soledad.

Y lo pedimos con muchas firmas adhesivas, con muchas adhesiones de casi todos los presidentes de comunidades autónomas, con el presidente del gobierno, con los ministros, con los obispos, con los rectores de universidades y con la sociedad en general. Pensamos que es un acierto poder crear el Día Internacional de la Soledad no Deseada. Por eso, el día 16 de diciembre, con Enrique Rojas, con Matilde Fernández, que es la presidenta del Observatorio de la Soledad, y con varios embajadores comprometidos con la causa, queremos reivindicarlo en un acto que se va a celebrar en el Campus de la Politécnica y Ciencias Sociales en Madrid - Princesa.

PREGUNTA: En algunas ocasiones usted ha defendido la creación de un "Ministerio de la Soledad". ¿Sigue creyendo que es necesario? ¿Por qué?

RESPUESTA: En algunos estados ya se ha creado el Ministerio de la Soledad. Cuando vienen las elecciones, les pedimos a los presidentes de partidos, a los presidentes de comunidades autónomas y a los posibles presidentes de gobierno que creen el Ministerio de la Soledad. Y estoy convencido que antes del año 2030 se va a crear el Ministerio de la Soledad y que las consejerías o concejalías de la Soledad, en algunos lugares como en Aragón, ya se ha ido creando.

Y este año le estamos escribiendo ya a la presidenta de Extremadura, al presidente de Andalucía y al presidente de Castilla y León, que van a tener las elecciones próximas. De la Soledad yo creo que podemos hablar todos. Los muy ricos y los muy jóvenes, los blancos y los negros, los que tienen mucho dinero y los que tienen poco dinero.

La Soledad no se combate con dinero. Hay gente riquísima que están solos, que no pueden comprar la compañía con dinero. La compañía solamente se compra con cariño y con amor.

Por eso queremos crear el Día Internacional de la Soledad, para concienciar, saber que un porcentaje grande de los vecinos que vivimos en Madrid o de los vecinos que viven en otros lugares no se conocen entre sí.

PREGUNTA: ¿Qué puede hacer cada uno de nosotros, en nuestro día a día, para ayudar a combatir la soledad no deseada? ¿Qué gesto sencillo puede reducir la soledad en nuestro entorno inmediato?

RESPUESTA: Sabemos que aquella costumbre de antaño de dar los buenos días, las buenas noches, incluso a nuestros familiares, a los que vivían con nosotros antes de ir a la cama cuando nos levantábamos, esa costumbre se ha ido perdiendo. Y queremos que, a través de campañas, por ejemplo las campañas con los taxistas, con los farmacéuticos, con algunos sectores importantes, incluso en el Senado, en el Congreso, se recupere la costumbre de mirarnos y hablarnos entre nosotros y concienciarnos del hecho de que la soledad mata.

PREGUNTA: Padre Ángel, gracias por su tiempo y por su labor.